8.04.2005

DEMI TARIF O EL SINDROME HACHIKO


Hachiko es el pequeño perro que murio esperando a un amo que nunca pudo regresar a buscarlo. En el lugar en donde el animal yacia dias tras dia los japonenses construyeron un monumento en su honor y ahora es el sitio de reunión en Tokyo.

Demi arif es la opera prima de la francesa Isild le Besco la cual con solo 18 años construye este filme con una duración de 63 minutos ( incomoda situación para los distribuidores que no sabran en que sección ubicarla, demasiado larga para un mediometraje y un poco corta para un largo...algunos espectadores enfurecen si a cambio de su dinero no se les entrega una duración de 90 minutos como minimo, son por otro lado los mismos que leen novelas enormes y compran discos con muchos temas) que narra de manera extrañamente seductora un fragmento de tiempo en la vida de tres pequeños aparentemente abandonados por su familioa que viven y sobreviven en un departamento en Paris.

Recurriendo a un formato de apariencia hiperrealista y cercano al documental - incluyendo diversos desenfoques y una melancólica voz off que nunca descubrimos con certeza si pertenece a alguna de las niñas o a un narrador-camarografo fantasmal - Isild le Besco nos somete a una extraña y en ocasiones perturbadora experiencia que concentra su mayor potencia en la capacidad de nunca develar el enigma que cruza este relato : ¿ quien cuida de estos niños y que sin embargo nunca contemplamos? .

Los adultos son despojados de la existencia infantil sin el tono trágico y melodramatico que acompaña generalemente a estas historias. Los tres niños se desplazan con inusual soltura por la ciudad - tanto de día como de noche- habitan su metro, sus cines, las tiendas que saquean sin compasión en busca de dulces y galletas (alimentos indispensables en la existencia de cualquier infante digno de su nombre), se visten, asisten al colegio, asaltan las mochilas de sus compañeros, roban la cocina de la institución y engañan sin pudor a todo adulto con el cual se cruzan.

La melancolia sin embargo no esta ausente, aquella sensación de angustia que acompaña a la espera constante de alguien que nunca conoceremos y que finalmente tampoco deseamos conocer, pues en su ausencia el enigma pervive. Vida de niños, sin sentido, un anomalo homenaje al buen salvaje ilustrado, lectura perversa y amable del histerico Rousseau.