10.01.2005

EN LA CAMA : EL PLACER SON LOS OTROS

En la cama el último filme de Matias Bize ( anteriormente habia sorprendido a la crítica con su opera prima Sabado, obra de factura semi documental, e hito de bajo presupuesto como recurso productivo y creativo)vuelve a reincidir en el uso sistemático de un recurso de forzamiento autoimpuesto en la realización del filme.

Si en Sabado Bize situaba su narratividad en la lógica del plano secuencia, desplazandolo hasta los límites y llevando a devenir en manera necesaria de su proyecto - Sabado se encarna y se constituye en objeto factible en tanto se somete a una operación formal determinada - ahora en su segundo filme vuelve a conciliar las propuestas de trabajo via obstrucción a lo Lars Von Trier para operar desde la noción de locación única y resistencia permeable del relato a la mposibilidad de la salida o fuga que permite alivianar la tensión dramática del filme.

Situando a una pareja en el cuarto de un motel, En la cama se concentra en los diversos momentos que la pareja va atravesando a lo largo de varias horas de su autoasumido encierro. Combinando secuencias en donde el sexo se presenta como verdadero núcleo del filme y no simple elemento decorativo o apaciguador del relato - el sexo como relleno de los temidos y mal conceptuados "tiempos muertos" o como simple noción de orden industrial al estilo de los memos canonicos de Roger Corman para salvaguardar el regreso de capital en sus filmes de explotación B - con livianos dialogos que operan desde la anecdota o el pequeño cuento pregnante ( recurso eficiente que que tiende a parecer un poco mecanico en su utilización abusiva)el filme se va desplegando con sorprendente fluidez como si se tratase de una pequeña fabula amorosa narrada desde la oralidad de un narrador amante y conciente de las limitaciones de su formato.

En donde Sartre era un patologo de las interrelaciones humanas en su noción de "el infierno son los otros" en Puertas Cerradas, y Buñuel un descarnado viseccionador o entomologo de los debiles triunfos de la razón iluminista occidental en su encierro mexicano en "El angel exterminador" o un contemplador meditativo y enternecido por sus personajes enfermos de soledad como el Tsai Min Liang de "Goodbay Dragon Inn" ( filme en exhibión en el festival), Matias Bize se presenta como un incipiente Cassavetes de las pequeñas crisis amorosas, un crónista del gesto minimo, de la relación insignificante en cuanto a su dimensión carente de trascendencia trágica y por lo tanto certeramente humano.