8.12.2006

TORO NEGRO : EL TRISTE MATADOR.

TORO NEGRO : EL TRISTE MATADOR.
Miguel Angel Vidaurre.

Fernando Pacheco, "el suicida", matador de toros famelicos en la región Maya del sureste de México. Figura atrabiliaria que combina la obsesión de gallardia bizarra propia de los hidalgos con la aniquilación personal de los herederos de un imperio perdido en el tiempo.
La cámara de Carlos Armella y Pedro Gónzalez-Rubio registra con minuciosidad los movimientos de Pacheco, sus borracheras, las fanfarronadas de machito duro, sus trizaduras de adolescente curtido. Trazando una estrategia de trabajo al estilo del cine verite o del documental de observación - aquellas utopias entusiastamente ingenuas que pretendian captar lo real sin intervenir en él e incluso negar la producción de este mediante la presencia catalizadora de la cámara- ambos directores mexicanos nos permiten impudorosamente contemplar su vida por algunos minutos, su vida mostrada, instalada para los otros, en donde de vez en cuando se logra filtrar la represencia de lo informe, aquel trozo irreductible de la vida.
Toro Negro nos enfrenta a un México soterrado, alejado de sus balnearios repletos de turistas embobados en tequila y a sus ruinas convertidas en respetables nichos de cultura, aca surge la dureza maldita del México de Rulfo y la fascinación etilica y suicida que va desde Malcom Lowry a Buñuel. "El matador" Fernando Pacheco se gana la vida en ruedos patéticos y lidias de malamuerte, en ocasiones se disfraza de mujer y como un payaso trasvestido corre por la improvisada arena tras desfallecientes vacas que lo único que intentan es no caer muertas por inanición.
Borracheras que se extienden por años, relaciones amorosas que culminan a golpes y reconciliaciones imposibles con sabor a tequila barato; pequeños vastagos que deambulan entre gatos y perros callejeros, amistades masculinas que rozan la homosexualidad al tiempo que constituyen instancias de incipiente homofobia. La constante presencia de una violencia física arbitraria y alcoholizada construye una enrarecidad atmosfera en torno Pacheco sus acompañantes, trazando una línea invisible de formas agresión sin posibilidad de lenguaje que fatalmente nos hermana.
Es posible que uno de los mejores logros del documental es instalar - pese a todo los elementos adversos- a un personaje capaz de conformar una imagen de si mismo tan patética como digna, tan aborrecible en ocasiones como querible en otras. A fin de cuentas Toro Negro permite vislumbrar por algunos segundos la complejidad de lo humano, sin grandes juicios morales o consecuencias sociologicas.