8.06.2005

"CODE 46", el amor en los tiempos de la genética


William Geld tiene la misión de descubrir quien esta repartiendo, al interior de una empresa, unos papeles que son una especie de pasaportes para salir de la ciudad de Shanghai.

Esto pareciese ser la trama de una película de policías, pero si la historia la situamos en el futuro, donde la posibilidad de moverse de una lado a otro del planeta está supeditada a tu compatibilidad genética con el sitio deseado para viajar, donde el protagonista ocupa un virus de empatía para poder obtener datos mediante la intuición, entonces nos encontramos en el género de la ciencia ficción.

Michael Winterbottom se aproxima al género a través de una historia de amor, la incompatibilidad genética se interpone entre William Geld (Tim Robbins) y María Gonzaléz (Samantha Morton).

Un film que recuerda en muchos aspectos a las novelas de William Gibson, un mundo donde la alta tecnología es parte de lo cotidiano y donde el termino diversidad cultural no tiene cabida, el mundo se ha transformado en uno sólo, donde lenguaje y rasgos físicos se han mezclado de tal forma que es imposible determinar origen. Solamente a través de un análisis genético se descubre quién es quién.

Una película que destaca por una cuidada fotografía y una banda sonora de gran calidad, pero carece de originalidad en su forma de enfrentar y resolver su trama, que a ratos se vuelve confusa para el espectador que nos es aficionado al género.

THE IRRATIONAL REMAINS


Su director, Thorsten Trimpop, presento este documental haciendo hincapie en la posible conexion con el pasado de Chile. Tres amigos, o ex amigos, son forzados a recordar un desagradable pasado comun, cuando dos de ellos intentan escapar de la RDA y recae sobre ellos todo aquel totalitarismo que en Chile se vivio como autoritarismo. Si bien es un documental "de primeros planos sobre gente hablando" su construccion en la sala de montaje lo alejan de la instancia televisiva, pues su estructura arma una extraña red de informacion que explicita la compleja reconstruccion de la memoria.
La memoria duele porque esta compuesta de muerte, es un vacio que debe ser llenado mirando nuestras llagas. Cada personaje parece traicionar algo cuando narra a la camara, el pasado colectivo no existe y la redencion tampoco, pues los vacios de la memoria son tambien carencias del presente. La crisis del pasado pertenece al presente y las huellan no se borran porque en estas confesiones no reina la inocencia, porque sabemos que el peor enemigo del hombre es el hombre.
El llanto no funciona como sentimentalismo porque los protagonistan nunca parecen tan cercanos, gracias al estilo de un montaje que va creando mas vacios que historias cerradas, dejando lo inconcluso como parte del presente. El temerario escenerio politico homologa la dictadura chilena, escenario que gatilla la crisis mas alla del ideal, no se trata de personas torturadas ni inocentes maltratados, sino como enfrentan la crisis tres amigos que pretenden sobrevivir y como cada individuo hiende profundo en el otro.

"PLAY"o como se aprendió a mirar sólo la superficie


"Play" es la única película chilena en competencia en el SANFIC, y los argumentos eran que contaba con la calidad técnica necesaria para un evento de esta magnitud, y el segundo era que venia precedida de excelentes críticas, y tercero había obtenido el premio a la mejor opera prima en el Tribeca Film Festival 2005.

Las expectativas eran altas, se había comentado bastante en revistas, diarios y sitios de Internet acerca de la película y de su directora Alicia Scherson, pero la verdad es que el resultado es, por decirlo menos, decepcionante.


“Play” se transforma en una película de una mirada superficial que llama la atención, causa esa extraña sensación de mirada Europea o Norteamérica acerca de nosotros, y no es que uno exija un punto de vista documental ni mucho menos, pero la desconexión con lo cotidiano es absoluta. La película, a pesar de tener a momentos una banda sonora hiperrealista, intenta ser naturalista aunque se diga lo contrario.

La película de Alicia Scherson se transforma en el producto más sobredimensionado de nuestra cartelera nacional, lo que da para pensar que los jurados de festivales también se equivocan.

Clean


Sexo, Drogas y Rock&Roll es el supuesto escenario de CLEAN, nombre adecuado para una pelicula que finalmente no tiene nada de esto, pues su protagonista debe alejarse de aquel descontrolado mundo para asumir sus responsabilidades maternales.
Es el ininterrumpido ajetreo de la camara quien realmente retrata los estados de la protagonista, narco-etilicos movimientos y desenfoques asumen el caracter del film hasta el punto de convertirse en su unico punto de interes, pero sabemos que una parte no salva el todo. Es como si el verdadero protagonista tuviese la camara al hombro y lo obligaran a filmar la vida de una trivial desconocida. Ni esta camara "drogada" ni el acelerado montaje (factores que hacen arrancar la pelicula con una brutal fuerza) logran elevar esta pelicula que busca profundidad en un charco de agua. Aqui una interesante Femme Fatal se transforma en la adolecente madre rockera y una frivola industria musical acaba siendo la redencion de quien limpia su vida.

CLEAN : LOS PELIGROS DE LA ELEGANCIA.


La muerte por sobredosis de un cantante de rock en decadencia provoca el arresto de su mujer(Maggie Cheung) en tierra canadiense y la sepación de su hijo que queda en manos de sus abuelos paternos. Más adelante la mujer regresa a Paris y comienza su proceso de desintoxicación para recuperar a su hijo.

El inicio de Clean nos instalaba en una norteamerica hostil y sin embargo atractiva como los paisajes semiderruidos de Sam Shepard y el Canada enigmatico aunque hiperrealista de Atom Egoyan y David Cronenberg. Un paisaje urbano que resuena a Blade Runner con sus industrias humeantes y sus calles frias y desoladas. Espacios que estimulan las expectativas del relato desolado y fisico que hace que lo mejor del cine de norteamerica este tan ligado al cuerpo y al paisaje. Aparente filme del micromundo del rock entre aquellos fracasados y junkies que deviene en poco minutos en una alabanza a las posibilidades de la Europa unificada y a la infinitas variedades de la redención.

Paradojicamente es Europa - la Europa unificada inexiste pero imaginada con ingenua perversión publicitaria - quien impondra en el filme de Olivier Assayas (niño mimado de la crítica francesa) la centralidad y clacisismo en el relato, el sentido dominante y la sentimentalidad. Mientras Canada ofrece la sensación de espacios barbaros, paisaje arido y melancolico a lo Vincent Gallo en Brown Bunny, Europa se presenta como la zona civilizada hasta el agotamiento de las fuerzas vitales, con su mundillo rock de maneras glamorosas y sus clubes de diseño amanerado.

El filme de Assayas no posee grandes falencias, lo más problematico es que no no se perciben errores técnicos ni dramáticos que puedan criticarse, de hecho todo parece bien diseñado, las interpretaciones de Maggie Cheung y sobre todo de Nick Nolte son sobresalientes (Nolte como un Mitchum envejecido es cada día más cuerpo tensionado a punto de explotar), la banda sonora una vez más en un filme de Assayas es refinadamente delicada (selección excesivamente cuidadosa como si se tratara de la susurrante musica ambiental de un bistro parisino, la distancia con el elemento melomano con Tarantino es evidente , pues en el norteamericano la combinación de música chatarra con temas sofisticados y su canibalización de otras bandas sonoras le otorga una vitalidad expresiva de la cual carece Assayas). Esa claridad de intenciones en donde todo parece funcionar sin grandes complicaciones - transparencia clàsica que distancia y enfria - provoca que nos resistamos a ceder ante Clean como nos resistimos ante cualquier producto demasiado limpio..faltan asperezas, enigmas, tensiones ....falta aquello que mantiene viva a una cultura; inestabilidad y desplazamiento, a fin de cuentas carencia de sentido.

2046 Lo mas profundo es la superficie



Nuevamente Won Kar Wai replantea la profundidad de la superficie melodramática con su último filme 2046. Si el drama busca desesperadamente la complicidad del sentido el melodrama en cambio se instala en la fragilidad melódica de la seducción material. Desde sus primeros filmes Won Kar Wai ha ido desplazado su obra a los límites imprecisos de la abstracción fílmica, camuflada en ocasiones como filme noir como en Fallens Angels o en filme de combate en Ash for time, en ambos casos el resultado no era el esperado por los seguidores de ambos géneros sino deliciosos productos híbridos que lograban establecer insospechadas conexiones entre Jean Pierre Melville y su silente samurai sicario con aquel astuto Luc Besson del Profesional en donde lee con soltura envidiable al asesino de Melville con la Gloria de Cassavetes y las operaciones de experimentación del soporte que tanto gustan a JL Godard con los mejores momentos, en donde la fascinación melómana cedía desvergonzadamente y por lo tanto placenteramente, de los olvidados melodramas de Leos Carax.

2046 es un nuevo ejercicio de reapropiación de algunos de los ejes fundamentales del imaginario melodramático del estilo hollywood de los 50 con formato technicolor y su tendencia manierista que desplazo las operaciones del periódo clasicista de los 30 y 40 otorgandole un mayor grado de inestabilidad a sus puestas en forma e insertandolo en un complejo proceso de irrealidad mediante la creciente tensión entre una imagen descentrada y la tensión con su nueva especialidad como por la creciente saturación del color que le otorgaba una dimensión predominantemente pictórica – de marcado énfasis en el diseño de sus encuadres – y densamente sonoras por la división del sonido en diversas capas con intención de provocar una mayor profundidad sonora.

2046 EJERCICIOS DE SEDUCCION



Lo más profundo es la superficie y bajo ella no pervive más que la nostalgia del sentido y la melancolía por el contenido. Tras la construcción formal de la seducción solo yace el vacío del proyecto amoroso: solo vemos gestos, elocuentes manifestaciones de lo indecible, detalles de rostros apretados contra los cristales de un tren que viaja rumbo al olvido, cigarrillos a medio fumar filmados con el virtuosismo de una secuencia amorosa y ralentizados desplazamientos de amantes sobrecogidos por la melancolia que surcan por clubes atestados de mambos insomnes.

Dean Martin acompaña los movimientos de un dandie desconsolado, portador de una alegría tan triste que conmueve al más duro. 2046 es más que una fabula amorosa y menos que una reflexión sobre los vericuetos de la creación, es más, es solo una tenue capa de colores parpadeantes en donde Christopher Doyle conjuga el cliche de la fría belleza de la fotografia publicitaria – ese diseño deseante que nos evoca en nuestro propio vacío – con la intuición material de un Wong Kar Wai que asume no la desesperada fragilidad del amor sino su absoluta inexistencia fuera de los parámetros de la imaginación forjadora de formas. No hay amor en el siglo XXI sino al interior de las maneras acuñadas por la cinematografía melodramática del siglo pasado.

8.04.2005

Tropical Malady

Se suele caer en el lugar común de decir que "cierta película es en realidad dos películas"; pero Tropical Malady hace de tal comentario una obligación. Sucede que cerca de la mitad del metraje los hilos narrativos comienzan a atarse seguidos de una pantalla que se va a negro y que se queda así por varios segundos; para luego comenzar a contar una historia casi totalmente distinta; donde el supuesto nexo parece una cuchufleta cruel a la idea de que una historia debe ser conexa siempre.

La película de Apichatpong Weerasethakul maquina el mejor plan para llevar a cabo con éxito una radicalidad: enfrentantarla cara a cara a un costumbrismo y una vez pasado un rato, de golpe retirarlo del duelo y dar rienda suelta a la ambiguedad.

Así se produce la rebelión interna en lo que se supone es "una sola" película; las zonas de incertidumbre aniquilan a los de verdades transparentes haciendo de la pieza una masa orgánica y de núcleos múltiples.

Tropical Malady se permite a sí misma ser una película que no responde.

THE BIG DURIAN O RECONSTRUYENDO MALASIA


THE BIG DURIAN es una experiencia gratificante en cuanto lectura agil y contrapunto ironico de la constante pesades y exagerado tono autocomplaciente y martiriologico de las obras documentales ( ya sean seudo docuemtales, docudramas o documentales con mayuscula y tono doctrinal)el director Amir Muhammad instala un discurso que se desplaza por los últimos años de historia politica malaya - proceso confuso y erratico para los ojos de cualquier neofito en la materia - mediante un sistema sospechosamente documental.

Aprovechando un acontecimiento puntual en la historia reciente de Malasia en donde un soldado del ejercito aparentemente enloquecido disparo y mato a un transeunte sin mediar justificación alguna - una suerte de francotirador surrealista sin el tono farsamente poetico dque poseia el de Buñuel en el Fantasma de la libertad - Muhammad desarrolla en base a una serie de entrevistas a sujetos de todas las edades y razas variadas una reconstrucción del acontecimiento, que por su tono irónico es más bien un desesperado -pero alegremente cinico - intento por intentar comprender y develar la extrañas formas que la politica gubernamental ha adquirido en su país.

Estrategia del astuto circunloquio retórico, laberinto pop de entrevistas, fotos fijas, disgreciones sobre series de televisión, opiniones tan personales que parecen no tener ninguna valides, apariciones en cámara del propio Muhammad y un par de secuencias misteriosas de una atractiva joven sentada en una habitación mal iluminada, ofrecen un punto de vista bastante singular sobre una realidad que finalmente no parece tan distante a fin de cuantas todo habitamos Malasia.

DEMI TARIF O EL SINDROME HACHIKO


Hachiko es el pequeño perro que murio esperando a un amo que nunca pudo regresar a buscarlo. En el lugar en donde el animal yacia dias tras dia los japonenses construyeron un monumento en su honor y ahora es el sitio de reunión en Tokyo.

Demi arif es la opera prima de la francesa Isild le Besco la cual con solo 18 años construye este filme con una duración de 63 minutos ( incomoda situación para los distribuidores que no sabran en que sección ubicarla, demasiado larga para un mediometraje y un poco corta para un largo...algunos espectadores enfurecen si a cambio de su dinero no se les entrega una duración de 90 minutos como minimo, son por otro lado los mismos que leen novelas enormes y compran discos con muchos temas) que narra de manera extrañamente seductora un fragmento de tiempo en la vida de tres pequeños aparentemente abandonados por su familioa que viven y sobreviven en un departamento en Paris.

Recurriendo a un formato de apariencia hiperrealista y cercano al documental - incluyendo diversos desenfoques y una melancólica voz off que nunca descubrimos con certeza si pertenece a alguna de las niñas o a un narrador-camarografo fantasmal - Isild le Besco nos somete a una extraña y en ocasiones perturbadora experiencia que concentra su mayor potencia en la capacidad de nunca develar el enigma que cruza este relato : ¿ quien cuida de estos niños y que sin embargo nunca contemplamos? .

Los adultos son despojados de la existencia infantil sin el tono trágico y melodramatico que acompaña generalemente a estas historias. Los tres niños se desplazan con inusual soltura por la ciudad - tanto de día como de noche- habitan su metro, sus cines, las tiendas que saquean sin compasión en busca de dulces y galletas (alimentos indispensables en la existencia de cualquier infante digno de su nombre), se visten, asisten al colegio, asaltan las mochilas de sus compañeros, roban la cocina de la institución y engañan sin pudor a todo adulto con el cual se cruzan.

La melancolia sin embargo no esta ausente, aquella sensación de angustia que acompaña a la espera constante de alguien que nunca conoceremos y que finalmente tampoco deseamos conocer, pues en su ausencia el enigma pervive. Vida de niños, sin sentido, un anomalo homenaje al buen salvaje ilustrado, lectura perversa y amable del histerico Rousseau.

"Tarnation" o el documental según MTV

Ayer, se estrenó una de las obras más esperadas en el SANFIC, "Tarnation" de Jonathan Caouette, un documental sobre la vida del propio realizador y su madre esquizofrénica.

Caoutte nos muestra su vida y la de su familia al estilo de un diario de vida, transparente y en primera persona, pero esta supuesta transparencia es puesta en duda en cada momento. El tipo de montaje e imagen utilizado, propio del video clip, no nos deja ver más alla de lo que uno supone es un diario intimo filmado y grabado a lo largo de su trágica vida.


Sin duda los momentos más conmovedores están asociados a los segmentos más naturalistas, esos momentos donde practicamente no existe la edición, donde el tratamiento de la imagen está ausente, donde el personaje se nos muestra tal como es frente a un espectador asombrado por lo que ha visto.

Sin duda nos recuerda a "Capturing the Friedmans" (2003) de Andrew Jarecki, e incluso a "Diaries, Notebooks and Sketches" (1969) de Jonas Mekas, film donde interesaba el aspecto formal que de una otra forma coloca en tela de juicio el modo de construir un documental.

"Tarnation" es un documental recomendable, es un complejo y trágico diario de vida, pero lamentablemente suavizado como si se tratase de un programa para MTV.